
24 May EL AMOR FLUYE CUANDO LO DAS
Aunque el amor es algo que frecuentemente intentamos conseguir de nuestra pareja, en realidad cuanto más amor sentimos es cuando lo damos.
¿Es tu pareja íntima la fuente de amor en tu vida? Probablemente, si tu pareja muriera, pasarías por un período de duelo y, más adelante, acabarías encontrando otra persona a la que amar. Aunque esta persona sería diferente de tu pareja anterior y la textura de la relación también sería diferente, el amor sería el mismo. El amor es amor. O bien amamos, o bien no amamos. Podemos amar a cualquier persona con la que estemos dispuestos a abrirnos, sentir, bajar la guardia y entrar en íntima comunión.
No conseguimos amor de otro, como si esa persona fuera la fuente única y preciosa que llenara nuestro corazón. Estamos abiertos a amar o no lo estamos. A menudo nos comportamos como si necesitáramos una excusa para amar, como si necesitáramos una persona especial o cierta conducta por parte de nuestra pareja, pero podríamos simplemente abrir nuestros corazones y amar ahora mismo. Podemos practicar el amor en este momento, aunque estemos solos, del mismo modo que podemos practicar el amor en pareja. No tenemos que esperar que nos llegue una pareja mejor para poder relajarnos en la dulzura del amor en este momento. Podemos practicar el amor relajándonos, respirando plenamente, bajando la guardia, dejándonos sentir el cuerpo y participando plenamente en todas nuestras relaciones. Podemos aprender a amar tanto si nuestra experiencia actual es dolorosa como si es placentera. Cuando no amamos, nos cerramos al pleno flujo de la vida y nos sentimos vacíos. Entonces tratamos de llenar el vacío que sentimos con una u otra fuente de plenitud potencial. Pero no funciona. Este vacío no puede ser llenado porque en realidad no es un espacio vacío; más bien es algo que estamos haciendo. En realidad este vacío está siendo creado, momento a momento, por nuestra práctica del desamor, por nuestros actos de cerrazón, tensión y separación.
Sin embargo, cuando dejamos de separarnos de la vida, cuando flexibilizamos nuestros límites y nos permitimos abrirnos al amor, descubrimos que ya estamos llenos. No estamos separados, sino profundamente conectados, llenos de energía y del flujo de vida. Por más difícil que parezca, siempre somos capaces de practicar el amor: de relajarnos, respirar y sentir. En realidad no hay ninguna distancia entre nosotros y la plenitud del amor. Si estamos dispuestos a abrirnos y a sentir ahora mismo, entonces somos amor. Es esta práctica del sentimiento, esta práctica del amor, la que nos lleva a la íntima comunión. No tenemos que esperar a nada ni a nadie, siempre que nos acordemos de amar en este momento.
David Deida: “En íntima comunión”