
06 Feb EL SILENCIO DEL AMOR
TANTAS palabras que derrochamos, tantos malentendidos que generamos, y más en el campo de las relaciones, en los que las palabras, muchas veces, no consiguen expresar lo que sentimos. Sin embargo, existe esa otra forma de comunicarnos en la pareja que no da lugar a ser mal interpretados porque salen de muy adentro de nosotros. Estoy hablando del lenguaje no verbal que se da entre los dos, un lenguaje que es más fiable y más difícil de manipular, como son esas miradas sinceras que expresan lo que sentimos, esas sutiles caricias que hablan por nosotros.
Y es que las miradas solo pueden ser auténticas, tanto si expresan el amor que hay en nosotros, como cualquier otra emoción que en ese momento estemos sintiendo. Cuando existe conexión visual tu cuerpo lo siente y es capaz de entender lo que te está transmitiendo. Lo mismo ocurre si te retiran esa conexión visual, si dejas a un lado la interpretación que hace tu mente, tu cuerpo de inmediato es capaz de leer lo que significa para ti.
Las miradas nos delatan, nos dejan sin escapatoria ante la visión de otra persona, nos desnudan y nos atrapan a al vez, dejándonos sin palabras. Con una mirada podemos enamorar, podemos camelar, podemos decir “te amo”, podemos hacer sentir importante a alguien, podemos excitar, podemos atraer a una persona hacia nosotros.
Cuando la persona que nos ama, y a la que correspondemos, nos mira muy cerca puede provocar ese hormigueo especial en el estómago, que de otra manera es tan difícil de conseguir. Una mirada cercana puede ser el mejor refugio que puedes encontrar porque en ella eres capaz de leer una comprensión inmensa; también puede hacerte sentir el mayor extranjero en un mundo inhóspito. De una manera o de otra, su poder es inmenso.
Una mirada a tiempo, junto a una caricia inesperada, puede calar el alma de otra persona de una forma más intensa que una palabra bonita. Con una mirada somos capaces de traspasar todo tipo de barreras y límites, porque a través de ella podemos revelar lo más real e íntimo de nuestro interior.
Muchas veces cuanto menos hablamos, más expresamos. Una mirada, un gesto, una caricia, da un mensaje claro y sincero de lo que está sintiendo y/o transmitiendo el propio cuerpo.
El silencio es el lenguaje más auténtico del amor porque es el lenguaje del corazón. Cuando amas en silencio, los “te quieros” reiterados no hacen falta porque ya los has dicho sin decirlos, y la otra persona lo sabe y lo siente.
Relajarte en una mirada que recibes puede hacerte estremecer hasta las entrañas, recibir una sutil caricia puede abrir tu corazón. Estar muy cerca sintiendo al otro sin palabras puede llevarte a una íntima comunión con tu amado/a. Quedarte descansando en un abrazo compartido te llena de amor y dicha.
Comunicarte desde el silencio nos enseña lo natural que es mostrar lo que sentimos sin necesidad de palabras y halagos. Nos enseña nuestra verdad, una verdadera atracción con dosis de pasión, sinceridad y veracidad; así como, un inmenso deseo de comunicarse a través de una fuerza silenciosa y al mismo tiempo arrolladora.
Prem Áditi
Inspirado en Maria Velez “Más que palabras”